lunes, 20 de febrero de 2012

Portadas raras y Los viajes de Tuf


Hace unas semanas, paseando por la sección de libros de la FNAC, vi que habían reeditado la novela  de George RR Martin Los viajes de Tuf, cosa que me llenó de alegría por un lado y que por otro me provocó una carcajada ante el descaro oportunista de la portada de la presente edición.

No me malinterpretéis: comprendo perfectamente la necesidad de una editorial de aprovechar el  tirón de la saga literaria Canción y hielo y fuego y de su adaptación en forma de serie televisiva Juego de Tronos. Y que es necesario publicitar el libro como otra obra del mismo autor.

Lo que pasa es que Los viajes de Tuf es de ciencia ficción. De la de naves espaciales. Y poner a un caballero enfundado en una armadura medieval y empuñando una espada en la portada, haciendo creer al comprador que va a encontrarse con lo mismo que en la historia de los Stark, pues me pareció  ¿cómo decirlo? Algo engañoso.
La foto evoca cienca ficción pura y dura, ¿verdad?

Y tal vez incluso contraproducente, porque me imagino que aquel que caiga en ese engaño, posiblemente deje de lado el libro tras unas páginas al comprobar que ha sido engañado y que lo que le cuentan no es de una temática que le interesa. Aunque, a esto de que sea contraproducente se le puede poner tres peros:

1)    A la editorial se la sopla. Ya ha vendido su ejemplar, aunque sea a costa de rayar la publicidad engañosa. Así que de contraproducente nada, excepto por el efecto boca a boca y la mala prensa. Pero como vivimos en el mundo del pan para hoy y hambre para mañana y de la escasez de miras, no creo que a nadie le preocupe que en un futuro esta táctica se pueda volver en su contra. Y que el lector que se sintió engañado decida que prefiere descargarse el siguiente libro de forma de forma no legal para no sentirse idiota. Vale, esto ha terminado no siendo un pero.

 2)     Es muy posible, esto se suele dar, que el comprador, aunque se sienta estafado, lo perdone porque la ciencia ficción es un género bastante colindante con la fantasía medieval o como queráis llamar a Juego de tronos. Es decir, normalmente a los que les gusta esta temática, les gusta la otra. Pero no siempre es así y aunque lo sea, todo esto no es óbice para que también se dé lo expuesto en el punto 1)

 3)      También puede pasar que una vez iniciada la lectura, al lector le enganche y le fascine por sus propios valores y no la suelte, olvidando o perdonando el gancho que le ha llevado a ella. Como soy un poco cínico, esta última opción es en la que menos creo. Sin embargo, en un mundo ideal es la que más se debería dar, porque a mi juicio, el libro es soberbio.    

¿Veis? Se puede publicitar el libro desde la portada sin estafar.


                          
Me encontré con Los viajes de Tuf el verano pasado. Hace un par de años me leí Un Juego de tronos, quedé fascinado y se lo recomendé a todo el mundo. Total, que quien hizo caso de mis recomendaciones devoró la saga completa y yo, como soy así, no pasé de las primeras páginas del segundo libro, Choque de reyes. En fin.

Tuvo que venir la serie de televisión adaptando la primera novela para que me picase de nuevo el gusanillo y me pusiera en serio a leer. Y claro, de nuevo, como soy así, me engorilé y me leí toda la saga el tirón. Y justo cuando acabé se publicó el quinto libro en Estados Unidos. Así que cuando me disponía a hacerme con Dance With dragons, sucedió algo reseñable. Tuve un momento de lucidez y decidí parar con la saga, no sea que tuviese un empacho y acabase aborreciéndola. El que estuviese en inglés (y el gusto de Martin por describirnos el olor de mil especias, aperos de labranza y enfermedades medievales pasadas por el tinte fantástico) también tuvo algo que ver, lo reconozco. Soy perezoso a la hora de leer con el diccionario al lado.
También podemos poner  esta, que tampoco tiene nada que ver con el contenido, pero bueno...

Pero quería más de este tío al que he oído definir como El hombre que se comió a Santa Claus, así que me leí del tirón El Sueño del Fevre (que me gustó bastante), Muerte de la luz (que me gustó menos, aunque no podía evitar pensar en lo maravillosa que hubiese sido una adaptación al comic en los años 70 por el mismo equipo creativo que Starlord. Chris Claremont,  John Byrne y Terry Austin. ¿Qué pasa? Soñar es gratis, ¿no? Pues a lo grande) y finalmente Los viajes de Tuf.

Mostrando por qué las malas lenguas le llaman como os he comentado, acompañado de otro ilustre.

El libro comparte universo ficticio con Muerte de la luz, pero para nada están interrelacionados ni es necesario leerse uno para disfrutar el otro. Es más una serie de menciones, de guiños que se detectan mejor si se leen seguidos, pero nada más. Está estructurado en capítulos casi independientes, pero no nos llevemos a engaño, no es una antología de relatos. Hay personajes y situaciones comunes, teniendo influencia las que se dan en los primeros episodios sobre los siguientes.

Un acierto enorme en mi opinión, es que el primer capítulo es trepidante: naves abandonadas asaltadas desde otras, armaduras exoesqueléticas de guerra, traiciones, combates, explosiones… el ritmo es muy de película blockbuster Hollywoodiense veraniega. Aunque espero que ninguna luminaria de ese cine lea estas palabras, no sea que tenga responsabilidad en acabar viendo a Havilan Tuf en las pantallas interpretado por Bruce Willis, Jason Statham o Vin Diesel.

Te planteas a veces si no te estás leyendo más bien un libro de Warhammer 40.000 de William King despojado, eso sí, del aroma de hormonas adolescentes que gritan ¡Guerra! ¡Muerte! ¡Dolor! que parece emanar de esta literatura.

Y entonces, una vez que te ha enganchado con la ligereza y el más básico disfrute, pasamos al segundo capítulo y nos encontramos con que las cosas cambian. A partir de ahí, Martin se mueve en los parámetros de la ficción especulativa mas hard, con un ritmo más sosegado. Usa por tanto, la existencia de avances científicos y distintas culturas en su universo para hablar de nuestra sociedad, la relación sobre lo que es lógico y lo que es ético, la falta de empatía acompañando a las buenas intenciones, la peligrosa sensación del poder absoluto, el libre albedrío y el respeto (o su falta) entre culturas. Toma ya.

Y de postre, de las “licencias” que se toman las adaptaciones televisivas. Y del amor a los gatos, que siempre queda bien. Seré un sensiblero, y es verdad que son mi punto débil, pero ahora que no me lee nadie, reconozco que lloré un poquito en alguna escena relacionada con los mininos. Solo un poquito.

Claro, eso es jugar sucio ¿Como no te va gustar la novela así?


También hay ideas geniales, como esa Iglesia  que predica la vida y el descontrol de natalidad para que dar cancha a la naturaleza a crear al mutante definitivo, el ser supremo universal.

No, claro que no hablábamos de él. Bueno, todavía no.


Mención especial al personaje protagonista, alguien poco simpático, gordo, calvo y maniático hasta decir basta. Algo así como el Sheldon Cooper de Big Bang Theory obeso, pero entrañable, sin ese rollo mezquino y de friki alfa que, he de reconocer, cada vez detesto más.

Havilan Tuf, el protagonista y sus gatos ¡Un momento! ¿Donde he visto yo antes a alguien con sobrepeso sentado en una silla de mandos de una nave espacial?

No, Havilan Tuf es alguien bienintencionado, muy inteligente y enormemente cariñoso con sus gatos. Pero parece un inadaptado social, incapaz de expresar ese cariño a otras personas, a pesar de ser siempre el interés general y el altruismo lo que le mueve. Siempre parece tener razón en sus planteamientos, pero oídos de su boca, a primeras parecen insensateces dichas por alguien incapaz de comprender como funcionamos la mayoría.

Y es aquí donde sobresale Martin, ya que no hace concesiones: tan validos son los argumentos de Tuf como humanos los deseos de quienes se les oponen. Y en ocasiones simpatizamos con estos últimos. Pero Tuf nos obliga a evaluar la importancia que le queremos otorgar a  la razón, a la lógica en nuestras vidas, tanto como individuos como de forma colectiva.  Y la decisión no es sino nuestra como lectores. ¿Es Havilan Tuf alguien ajeno a lo más básico nuestro imbuido con un poder inconmensurable y  embriagado por este? ¿Es alguien a temer? ¿Con que autoridad hace lo que hace?

La respuesta a esta última pregunta es patente, y el protagonista no nos engaña: porque puede, porque tiene ese poder. Una retórica que se nos antoja detestable en la mayoría de los casos.

Pero aquí Martin juega con nosotros y nos desvela como en algunas ocasiones somos hipócritas y estamos más dispuestos a perdonar estas decisiones porque las consideramos necesarias, como muchas de las tomadas por el protagonista.

Entonces…¿Quién posee la verdad absoluta  y puede discernir qué es necesario y qué no? ¿Quién marca la frontera? Debiera ser, en todo caso, a través de la lógica estricta, no de lo subjetivo, para así ahorrarnos abusos ¿no?  Y aquí la pescadilla se muerde la cola, porque la lógica de Tuf se nos presenta como intachable.

Pero nos seguimos haciendo las mismas preguntas, nos negamos a ceder  del todo ante una visión utilitarista del mundo. Porque puede entrañar a su vez grandes peligros, al verse tomadas las decisiones por alguien tan desconectado de nosotros.

Porque somos imperfectos y contradictorios, porque somos humanos. Y unas veces queremos ser juzgados por alguien que también lo sea y otras veces no.

Solo por eso, por hacernos reflexionar sobre estos temas, yo ya estaría dispuesto a perdonar esa portada.

Yo me la leí con  esta. Sí, me salió barato

jueves, 9 de febrero de 2012

Carrusel blogero de los juegos de Rol



Bienvenidos a la primera entrada con contenido de esta, la bitácora del Demeter. Aprovecho para sumarme a la iniciativa de Carrusell bloguero de este mes, reseñando el suplemento de algún juego de rol que considere El Mejor (con mayúsculas), aquel que me cambió la forma de ver el hobby y que no pueda dejar de recomendar, tal y como el anfitrión de esta entrega ¡ENLACE!, Erekíbeon (al cual no puedo mostrarle mas que agradecimiento por su orientación), ha propuesto.

No es fácil hacer una elección así. Sobre todo llegando tarde y habiendo visto que ya hay reseña de cosas como el Secretos de Arkham o la Guía del investigador de los años 20, ambos para La llamada de Cthulhu.

Así que, para hablar de algo que no hayáis visto ya y ahondando en esa perspectiva personal (dado lo que implicó para mí), voy a comentar un suplemento de un juego creo que bastante atípico dentro de nuestras fronteras: DC Heroes, uno de superhéroes de Mayfair games, que allá por los ochenta gozó de cierto renombre en los EEUUU. Concretamente para su segunda edición.

Obviamente, se trata de un juego en el que interpretamos superhéroes que vivirán sus andanzas en el mismo Universo compartido de Superman, Batman y Wonder Woman…o de  Lobo, Blue Beetle, Sandman y John Constantine, por poner algunos ejemplos de lo extensa en matices que puede llegar a ser la ambientación.

Sí, esta portada es del primera edición, pero mola mas.

Yo empecé tarde a jugar al Rol. En mi temprana adolescencia probé con amigos del barrio tanto el MERP como el AD&D y mi conclusión fue que era “una mierda aburrida y pueril con tramas argumentales que producen vergüenza ajena”. No me lapidéis todavía, un mal Director de juego y par de malas experiencias (pasar una tarde entera enfrascados en un combate para que los PJ maten a UN lobo como primera visión de un medio creo que desalienta a cualquiera) me hicieron mirar esta afición, de la que hoy soy un entusiasta, con bastante recelo, y además creyendo que sabía de qué hablaba.

Afortunadamente, ya en la Universidad, un amigo me insistió de forma repetida con que probase de nuevo con un juego del que yo ya había oído hablar (tenía amigos del barrio que jugaban ¿recordáis?), llamado Vampiro: La mascarada.

Claro, tanto la ambientación (me venía idónea: estaba sumergido en la movida musical gótica y  post punk en esos momentos, así que era darme el juego a medida) como el tener a un Director de juego que SABIA narrar, hicieron que me enganchase al juego y que redescubriese con interés este medio y empezase a indagar en sus posibilidades.

El hecho de que mi afición de toda la vida fuese la lectura de comics americanos llevó inevitablemente a que a la hora de plantearme dirigir me interesase de forma natural por los juegos de Superheroes y tras descartar un par de ellos (el Marvel  era solo para pegarse, y el Champions demasiado complicado y farragoso, me decían), decidí probar con el susodicho DC Heroes, del cual contaban maravillas del sistema. Además, yo era de las pocas personas de mi entorno que tenían un conocimiento más menos sólido de la ambientación y cierto cariño hacia ella (el resto de mis amigos eran más de Marvel o de la entonces reciente Image), por lo que parecía la elección ideal.

La portada, también de Perez, es buena pero por lo visto el sistema de juego es indescifrable.


Bueno, no lo fue. El sistema con sus tablas de acción y efecto y su sistema de AP’s nunca llegó a convencerme y aunque hubo algunas partidas memorables, descubrimos el Superheroes Inc, que estaba en español, tenía dibujos chulísimos de Garrés y nos volcamos en él viviendo una de las campañas más divertidas que he tenido el gusto de dirigir (o mejor dicho para ser justos codirigir, pero ese es otro tema). Pero…¡¡¡el sistema era mucho peor que el de DC Heroes!!! diréis los que conozcáis los juegos. Y tendréis razón. Pero lo intuitivo de los porcentajes hizo que le perdonásemos todo lo demás, dado lo bien que lo pasamos.

Al final acabamos jugando a esto, que cosas...


En cualquier caso y ya centrándome en aquello de lo que iba a hablar, a pesar de que abandonase el DC Heroes, los primeros módulos que me compré y que me iniciaron ya irremediablemente en los juegos de rol, eran para ese juego y dos sourcebooks de ellos me siguen sorprendiendo por su calidad (que no solo por su temática, que también, pero por ejemplo los de Batman y La cosa del Pantano, que estaban también entre mis favoritos no me parecieron tan geniales):  el que trataba sobre  la Segunda guerra mundial, y este del que os voy a hablar, el dedicado a Watchmen, ambos escritos por Ray Winninger.

Este no es el del que voy a hablar...

Watchmen es, claro, uno de mis comics favoritos, si no mi preferido, así que sólo con eso ya me tenía medio ganado. Pero el libro por sí mismo tiene valores para ser considerado notable. Conviene señalar que hablo del Watchmen sourcebook, no de la aventura Taking out the trash. Ni del Who Watches the Watchmen? de Dan Greenberg, magnífica también (que contó con la participación del propio Alan Moore) y que anticipaba temas, incluso pistas acerca de por dónde iban a ir los tiros del final de la obra cuando esta todavía no se había terminado de publicar.

Este tampoco...

El suplemento está diseñado para recordar esos apéndices del comic original a base de recortes de periodicos, artículos, documentos, tarjetas, cartas, informes variados, viejas fotografías, del diario e Rorscharch… De hecho directamente en algunos casos reimprime tales apéndices, como en el caso de los extractos de los libros Under the Hood de Hollis Mason o Dr. Manhattan: Super-powers and the superpowers de Milton Glass.
!Por fin¡ ¡El suplemento del que trata el artículo!

De este modo, el libro, impreso en blanco, negro y naranja (el cual, muy bien elegido, cambia en ocasiones de tonalidad para asemejarse al sepia de fotos y documentos antiguos) va recorriendo a todos los protagonistas de la coral obra (Minutemen incluidos), ofreciéndonos en cada uno de ellos no solo sus estadísticas de juego, sino un puzzle de agradable lectura que nos aporta una visión en profundidad de su historia (incluyendo aspectos que solo aparecían de pasada en el comic) y características personales. Y a su vez otro puzzle, el que conforma la información sobre el mundo, cuyas piezas son lo que se nos dice de los personajes.

Como anécdota, siempre recuerdo ese guiño que se hace en una anotación del diario de Rorscharch fechada en 1979 en la que relata cómo se encuentra con aliado en su lucha contra el crimen, un taxista que no puede ser otro que el Travis Bickle de Taxi Driver.

En las 10 últimas páginas del libro, incluso se nos presentan las fichas (con estadísticas de juego por supuesto) de unos cuantos villanos como Moloch, Captain Carnage o Twilight Lady, como si estuviesen extraídas de un libro de divulgación escrito por algún especialista en la materia editado en ese mundo paralelo. 

No estoy seguro del dato, pero creo que la portada de Dave Gibbons es una ilustración creada expresamente para este libro. Lo que si está claro es que casi todo el arte interior está sacado de viñetas de la obra original, del mismo Gibbons.

Todo ello hace que si eres un entusiasta de Watchmen como yo soy, tengas un disfrute asegurado en estas páginas, redescubriendo información que ya conocías, ampliándola y profundizando en ella.

Pero... ¿Y si no lo eres? ¿Tiene realmente valor el modulo como lo que debiera ser, una ayuda para hacer mejor la experiencia de jugar al rol si no eres un admirador de esta maxiserie (sí, soy de los que niega que Watchmen sea una Novela gráfica) o es solo un capricho para completistas del llamado Ciudadano Kane de los comics?  

Pues depende. Jugar en el mundo de Moore y Gibbons, aunque atractivo de entrada, revela algunos problemas en cuanto uno se pone a ello con seriedad.

El primero es que la historia importante ya está contada, y muy bien atada, no dejando mucho sitio para la relevancia de una campaña en ese entorno. Y si no tiene relevancia, pues pocas veces será satisfactoria.

Además, es francamente desaconsejable introducir personajes superpoderosos en este escenario, rompe demasiado con la ambientación. Y parece claro que ningún jugador debiera llevar al Doctor Manhattan, sino ser un mecanismo del Director de juego.

Por otro lado, los devaneos apócrifos de chalados disfrazados sin poderes (sean los protagonistas de la serie u otros creados por los jugadores) pegando a rateros, pues son como de poco interés, creo yo.  Por lo menos para una campaña prolongada.

Que os voy a contar, todo argumento que aquí use y se me replique  estará prácticamente repetido de la polémica actual sobre si se deben hacer esas precuelas de Azzarello, Cooke y Straczynski que hay en el horizonte.
¿No te pica jugar a esto? Reconoce al friki que hay en ti...

Como no quiero entrar en ello aquí y estamos hablando de la utilidad de un suplemento de un juego de rol, lo dejaré en que en mi opinión hacerse algún one shot  o una micro campaña con este suplemento puede ser extraordinariamente entretenido e interesante. Enfocado así, además es difícil resistir la tentación de probar y usar todos esos recursos narrativos no explorados que los juegos de rol tienen, al igual que el comic hizo con su respectivo medio...

Hay que añadir que haciéndolo cada uno en el salón de su casa con sus amigos (o en unas jornadas, algo bastante recomendable) para divertirse, por lo menos no pasa por querer ser parte del canon y de la oficialidad, evitándose esos problemas de comparativa y ética profesional que ahora le afloran a los directivos de DC comics.

martes, 7 de febrero de 2012

Un comienzo...


Inauguraré el blog con esta entrada, mi declaración de intenciones.

Es mi propósito hablar aquí de temas diversos, relacionados todos ellos, eso sí, con lo fantástico, el horror y la ciencia ficción. Probablemente será sobre comic (Norteamericano, para ser todavía más específico) y juegos de rol de lo que más trate, aunque dudo que consiga dejar fuera otros intereses míos como la literatura, el cine e incluso la música.

Trataré de resistirme a hablar de noticias de estos ámbitos, más bien me centraré en reseñas y en compartir mis experiencias  al saborear algún título que me parezca digno de comentar. Y de vez en cuando  subiré algún artículo de análisis, ya sea de una obra o alguna circunstancia de estos entornos sobre la que tenga alguna opinión que crea digna de compartir con aquellos que tengan a bien leer estas palabras.


Por todo ello, bienvenidos a La bitácora del Demeter.